María Carman
Si el clima es hostil, las raíces buscan una vía
en lo profundo de la tierra, una apertura
que asegure, en la superficie, la vida.
Fui, un abril, ese rizoma
ciego en los túneles minerales
mientras vos recibías
tu primera mañana
y la caricia del sol.
A través tuyo, de tu alegría,
yo también tuve luz y fui alimento.
Es difícil saber dónde empezás vos
y dónde, yo, termino.
Nunca lo supe
y no creo mejorar, hijo mío,
en los años que tenemos por delante.
Me robaron la panza cuando naciste y a cambio
tuve un ser de una galaxia
donde nunca estuve antes
pero que olía mi piel y pedía,
a gritos, por mí.
Eras un moldecito de cangrejo
que alguien llenó de arena húmeda
y te dio forma, y ahí estabas.
Te amé sin conocerte
y nuestros sueños se mezclaron cada noche
mientras la tierra dibujaba su elipsis en lo oscuro
hasta que dejaste de caerte y de reptar, ¡cangrejito!
te erguiste sin esfuerzo
como todos los de la especie, como si fueras
un potrillo que bañado en sangre
caminó, temblando y recién parido,
y el mundo fue, para mí,
la huella permanente de esos pies
sobre la orilla del mar
o el patio de la casa.
No sé si pude entender alguna vez
que una flecha rasgó mi vientre
y separó
tu aire y el mío para siempre
en la noche perfecta de luna y tormenta
en que viniste.
Mi cuerpo respira ahora extraño
-en realidad desde hace tiempo-
lejos del tuyo; tu cuerpo parecido
pero más fuerte.
Así debe ser el relevo de una generación
a la siguiente:
el fuego abandona un cuerpo
y una semilla, a la misma hora,
se dispersa en el viento.
.
.
LA MENSAJERA
Yo, que pasé una vida
siendo testigo de mi padre
en su inventario sin fin
de las rara avis
–morocho y luego calvo
en la misma galería
feliz con largavistas–
tuve yo que decirte Juan
a tus tres años
suave, sin lágrimas
con tu pelo en mi mano:
–hoy, temprano en la mañana
en este día radiante
murió tu papá
–¿como una cucaracha?
dijiste
nunca ni por un instante
pude estar
en tu lugar
y nada logró entrenarme
para ser
la mensajera cruel
EL TIEMPO DEL FIN
Entre el tiempo de origen
y el tiempo del fin
existe mi casa, el río, mi hijo;
unas lagartijas cruzan el muro los días de calor
o un gato perdido me mira, tímido, en lo alto.
Entre el tiempo de origen
y el tiempo del fin
mis manos son iguales, apenas más largas que en mi nacimiento.
A tus hermosas manos, la tierra las llevó
muchísimo antes
a su casa de humus,
ciegos animalitos y raíces.
Nadie nos dijo que tus manos
durarían tan poco
a pesar de su belleza
Entre el tiempo de origen
y el tiempo del fin
un cometa cruzó el cielo cientos de miles de veces.
Lo vieron los poetas, los insomnes, los astronautas.
A mí me alcanzaba con ver, cerca tuyo, nubes negras y rosas,
el augurio de una catástrofe .
Me voy a la panza de tu madre y te regalo
una columna que dure mucho;
unos pulmones que no nos dejen
a mitad de camino.
Entre el tiempo de origen
y el tiempo del fin,
florecen los lirios.
En la tarde apacible del cementerio,
Tu hijo canta
la canción del padre muerto.
Tu guitarra es siempre igual
Y sus manos, largas y nudosas, son tu muda herencia.
¡Tus manos, querido mío! Que no pueden tocar ya
a un niño, un pájaro,
ni a nada de este mundo que tenga un corazón palpitando.
¿Podés oírlo? Tu hijo dice:
fuiste, además de un papá, un viento-estrella y una estrella-viento
Y antes de eso fuiste, desde la nada, piedra,
ameba, gran simio, estrella fugaz.
Ahora sos esta canción que nuestro hijo canta,
entre el tiempo de origen
y el tiempo del fin.
El alma se transforma y el aire danza
cuando alguien rasga, otra vez, la guitarra.
María Carman es argentina, doctora en antropología y actualmente docente en la Universidad de Buenos Aires. Es autora de libros y artículos académicos (destacándose Las trampas de la Naturaleza, Fondo Cultura Económica). Es además autora de varias novelas, incluyendo El pájaro de hueso que obtuvo el Premio Lengua de Trapo de Novela (España), y de poemarios (Ganar el cielo). Las fotografías son de Julieta Escardó.
Publicado en la web Palabra Salvaje el 13 diciembre 2022.La versión completa, con todas las imágenes, publicada en la revista Palabra Salvaje No 3 (diciembre 2022) se descarga aquí….
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